miércoles, 28 de noviembre de 2018

ANA ROSETTI





In confesiones de Gilles de Rais

         "...se hallaba tendido en una chaisse-longue, y tenía en
                                 su blanca mano una rosa sin perfume."
                                                                       O. Mirebau



Es tan adorable introducirme
en su lecho, y que mi mano viajera
descanse, entre sus piernas, descuidada,
y al desenvainar la columna tersa
-su cimera encarnada y jugosa
tendrá el sabor de las fresas, picante-
presenciar la inesperada expresión
de su anatomía que no sabe usar,
mostrarle el sonrosado engarce
al indeciso dedo, mientras en pérfidas
y precisas dosis se le administra audacia.
Es adorable pervertir
a un muchacho, extraerle del vientre
virginal esa rugiente ternura
tan parecida al estertor final
de un agonizante, que es imposible
no irlo matando mientras eyacula.


De: "Los devaneos de Erato"


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