Era venir desde el amor
y que
nos faltara la noción del tiempo,
era
dejar las memorias recostadas
en las
oscuras aguas del sueño.
Era si
tu voz brotaba de mi costado
o sólo
era el eco de tu sonrisa
en otra
oreja,
seguir
las migas de tus pasos
por las
puertas de la casa,
esos
laberintos francos
que
se abren a las voces.
Era el
perfume agonizante
a
lluvia, la distancia que guarda
las
caricias pendientes, las sonrisas
que
nunca se cruzaron y andar
descalzos
por donde el sol no pasaba.
Eran
nuestros dedos murmurando
algo
que nunca sabré,
porque
sé que no estarás
y yo no
sabré como desatarme los huesos de tu nombre.
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