Siempre
el amor
¿Qué
me dejaste, Amor (que así te llamas)
por cada ampolla que me dio tu hoguera?
¿Qué me dejaste, pues, sino tus llamas?:
voraces pasan y dañando quedan.
Y quemabas…
Y aún quemas…
Y como arde tu abrazo como brasa;
y cómo duele si se va tu llama
y cómo escueces si se crece el fuego.
¿Que me dejaste, Amor? pues me dejaste
que me quemara como paja al fuego.
Una
fogata fue el Amor, destello
que hizo prender la flama al abrazarte:
y cómo arde tu brasa…
y que ardoroso empeño
por apagar la llama
¡por encender el fuego!
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