sábado, 22 de mayo de 2021

DORA GUERRA

 

 

 

Reclamo

 

 

Yo recuerdo que tenía en la mano una espada,
un rayo luminoso;
se me hizo flor distante,
estrellita silvestre,
cuchillo de plata.

 

Pero no era eso lo que yo buscaba
ni con lo que se pueden trasplantar las montañas.

 

Recuerdo que tenía una voz agrandada
y un gesto circular que me rodeaba;
se me hizo cancioncilla,
tenue silbo
y la mano en la falda.

 

Pero no es esto lo que se esperaba
ni con lo que es posible recobrar la esperanza.

 

Yo recuerdo que tenía en los ojos
más llantos que miradas
y el corazón tan hondo que me ahogaba.
Me brotaron las islas donde asirme,
paisajes de frescura,
se me hizo dulce el agua.

 

Pero es la sal la que sazona el mundo,
la que alimenta brasas
y con la que se debe bendecir la palabra.

 

Recuerdo que tenía una blasfemia
de tanto que esperaba.
Me dio miedo el infierno,
humílleme la boca
y me quedé callada.

 

Pero no es el silencio el que fermenta,
el que estremece el cielo,
el que nos salva.

 

Devolvedme mi rayo que desnuda,
mi voz agigantada,
devolvedme mis lágrimas,

 

que quisiera romper en dos el viento,
reedificar el verbo
y lavar a gran agua toda mancha.

 

 

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