sábado, 28 de mayo de 2016

ANA MUELA SOPEÑA




Existíamos



Existíamos sobre el filo de la navaja
y allí bailábamos nuestra particular experiencia
cada segundo de estar vivos.

Luego vino la institucionalización del tiempo,
la cuenta de resultados,
la insoportable pérdida
de la calderilla para comprar bono loto,
el deslumbramiento del cálculo
y el gambito de dama.

Permanecí en la sombra
como la primera vez,
pero tú seguiste deambulando
por los territorios imposibles
de la razón
y el lazo que te unía a mi matriz de loto
se cortocircuitó
cayendo en el absurdo.

Yo,
en cambio,
continué vinculada a tu esencia
de huérfano y licántropo.

Como señor de las bestias
me descuartizas en tu sueño.

Mas yo no habito en ese sueño
que es una proyección de tu pánico.

Yo sigo cabalgando quietamente
sobre tu cuerpo liviano
que abraza la montaña de jade.

Existíamos
sobre la cuerda de un funambulista
y todo era terriblemente bello.

Ahora,
contabilizas con un ábaco
todos tus movimientos
y crees que el ahorro
es lo más adecuado.

Has concebido la idea
de que el amor sin meta ni objetivo
es una pérdida de tiempo,
y tú, ignorante de todo,
te estás asfixiando
con los relojes que inundan
tus lugares habituales.

Sólo tus ojos navegan
por océanos de ámbar.
Tu cuerpo yace adormecido
con el licor de mandrágora,
poseído por las brujas de Salem
y torturado por la rueda del Samsara.


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