En Salem
Extraña hermana
las brujas negras saben que
el terror no está en la luna
coreografiando danzas de lobizonas
y que el terror no está en la escoba
balanceándose al murmullo de la música gatuna
ni en la cara salvaje del reloj que sonríe desde la pared,
el terror está en el rosado ordinario
en la ventana
y en los cercos, morales como el fuego
y en la cara ordinaria de la mujer blanca que nos mira
mientras amasa a golpes el pan de cada día.
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