martes, 6 de mayo de 2014

ANASTASIO LOVO



 

El sueño de la mujer

 
 
 

He visto a más de una mujer dormir.

El sueño de la mujer, un infinito río.

Parece vulnerable cuando duerme,

pero si vieras sus sueños preferirías

el estilete cruel de sus palabras, los

oprobiosos gestos del desprecio. Su

sueño, el foso anular cercando el castillo del universo.

La potencia de la creación replegada en sí, descansando,

alimentándose del carnaval del sueño. Esa

hermandad indisoluble de la mujer y el sueño. Pocas

mujeres prefieren hacer el amor a dormir. Soy de las

pocas, responderán en coro mis hipócritas lectoras.

Mas no es así. Quien puede tener uno haciéndolo y

a varios soñando no se equivoca. El sueño de la mujer

es el vaso comunicante del universo. El tegumento

unitivo de la potencia. Además, cuando duerme

es dueña omnímoda de la palabra. Un discurso sin

respuesta, sin contradiscurso masculino. El único

momento en que el mundo está hecho a su gusto y

semejanza. El hombre aparece en sus pesadillas con

una potencia terrible para poner en peligro su vida,

la de los hijos, los padres o el esposo amado. Pero con

mucha frecuencia en sueños las mujeres se encuentran

con su mismo ser ominoso y esto les gusta. El

misterio buscando develar su propio misterio. El sueño

de la mujer es el único espejo que no les miente.

Despiertan como gorgonas alborotadas a buscar la

paz del espejo de Teseo.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario