Leymus
y los versos
Sí,
a veces también cambia la tristeza.
Cuando
una noche en Leymus,
echado
sobre el monte
contemplaba
las estrellas
y
recordaba viejos libros,
a
los poetas,
creyó
que escribir versos
era
noble menester
de
seres dulces y apacibles.
Y
siguió escribiendo loas a la luna
a
falta de una buena compañía.
Y
era dulce entonces su tristeza.
Amarga
es ahora su faena,
porque
ya dejó de estar tan solo
y
no ha dejado aún de escribir versos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario