jueves, 11 de octubre de 2018

MARIO RAMÍREZ





La Entrada al Mictlan



Dicen que la entrada al Mictlan
está sembrada con calaveras de niños.
Dicen que está sembrada por cempoaxúchitl,
La flor que prefieren los muertos.
Dicen que es grande y es pequeña.
Dicen que el gran Tloque Nahuaque,
El Dueño de lo Cerca y lo Junto,
tiene algo que ver con esa puerta.
Dicen que está en todas partes y no existe.
Es el callejón de los mil espejos,
el insoportable perseguir de los espejos.
Dicen que detrás viven los mictlacas,
y que los vivos somos
las terribles sombras carnales de los muertos.
Dicen que cada uno trae su puerta,
aún desde antes de nacer,
aún de cuando los libros no tenían sonidos,
de cuando los sonidos no tenían ideas
y de cuando las ideas no habían agujereado,
todavía, nuestras cabezas.
Dicen que cuando las ruedas de tu vida se cierran
se acabó tu estancia en esta tierra
y las puertas del Mictlan se abren
exactamente en donde se te cerraron las ruedas.
Dicen que hay que entrar sonriendo a esa puerta,
pues de nada vale reír o no reírse,
pero es mejor llegar feliz al Mictlan,
que llegar ya muerto.



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