Silencio
Rescatar
cada parte de ti que se desnuda,
y
hacer ofrenda.
Entregar
a la calma el tiempo de quererte,
abastecer
de bálsamo la zona más externa de tu cuerpo,
y
dejar que se extienda hacia mi cuerpo.
Posar
la omnipresencia del vestido encima de la cama,
que
las prendas conquisten su quietud
que
no vistan a nadie.
Y
hacer de tu desnudo voz de canto.
Y
dime cómo entonces traer el tiempo lento,
que
se apaguen las horas de todos los relojes,
que
no sea consciencia ni retén este fulgor purísimo,
este
sentirte, despojándonos ambos del misterio
de
un viernes que se apaga
para
depositarnos sin límite en un sueño
de
cuerpos que se sienten.
Dime
de qué manera en esta noche
podemos
comenzar, descubierto el rumor de lo que somos,
desde
lo que hemos sido.
No
hay nada que nos venza,
no
hay miedo ni hay talud,
todo
lo fragmentario se convierte
en
un hilo de cuerpos,
La
luna está ahí arriba, y es bastante.
En la cocina quedan los platos de la cena
como
una lejanía. Lo cercano es tu olor,
mi
búsqueda de ti, y alternativamente tu búsqueda de mí,
nuestro
delirio.
La
palabra es ahora un error que se cuela
entre
las sábanas, parece que dijiste.
Silencio.
Un
rotundo silencio y un tiempo protegido para lo que nos queda.
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