martes, 1 de julio de 2014

CARMEN DEMAR



 

El otoño y yo

 
 

Mis ojos abriéronse al mundo
en un mediodía del mes de septiembre
¡Septiembre, loto de blando remanso nocturno!
¡Maravilloso y taciturno
septiembre, ventanón del otoño
que saluda con quejas amargas
en vaivén sonoro,
y lo impregna todo
de humedad, de nieblas, de nostalgias!
Otoño soberbio rey caprichoso
que hace florilegios
los átomos de oro sobre los espejos
silenciosos y elocuentes de las aguas...
Su sol es un viejo
encorvado y amarillo que ciñe diamantes
y velos flotantes,
se acuesta temprano y se levanta tarde...
Sus noches se tiñen de auroras
y se visten de gasas y de blondas...
Su viento se toma en poeta y le canta
un himno de rimas aladas
que entre los ramajes quedan palpitantes
en temblor de música infinita y anhelante...
Su luna es una pálida y desnuda
virgen de castas morbideces
tendida románticamente
en el ara de las divinidades
cósmicas, indiferente, muda;
y la tierra sedienta se bebe la lluvia
que de lejos se trae
un rumor de fantasma que entristece...
Y fui una niña triste
de palidez sombría
que lloraba en silencio una pena
que no conocía...

 

 

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