A la muerte
Vivo
porque me induces a temerte.
En el
campo minado de mi entraña
tu
presencia me emplaza a la artimaña
de
cuidar de cuidarme de tenerte.
Paradójicamente,
me da suerte
saber
que tu existencia me acompaña,
que
eres mi ángel custodio y tu guadaña
en guía
de mis pasos se convierte.
Pero
por más que seas mi seguro
de
vida, mi regalo de materia,
la voz
que me protege en el apuro,
en
veces no hallo paz, pues no es ninguna
manera
digna de mostrar mi histeria
deshacerme
en aullidos a la luna.
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