martes, 13 de marzo de 2018

JORGE CADAVID





De la errancia de los árboles



Allá van los árboles
expulsados del rebaño
de viaje por los campos
Sólo se diferencian de los animales
en que carecen de domicilio
Sobrepasan la noche
y llegan donde principia el día
Algún filósofo naturalista
lanzó la idea escandalosa
de que los ineptos por constitución
para la vida nómada eran los humanos
Desasosegados pero estáticos
nunca entrevieron la velocidad de un árbol
la prisa sutil de su corteza
para ser madera
el ritmo de los frutos
para caer y levantarse
Qué decir del movimiento vertiginoso
de sus raíces para buscar un camino que no existe
y de las ramas alargando sus brazos
espectrales para tantear el infinito


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