Balada de la vida agradable
Señores, ahora juzguen ustedes mismos: ¿es esto vida?
No le encuentro el sabor a todo esto,
ya de pequeño oía con estremecimiento:
sólo quien vive en la abundancia vive a gusto.
Se nos alaba la vida de los grandes espíritus
que viven con un libro y nada en el estómago
en una choza en la que roen las ratas.
¡A mí ni te me acerques con esas tonterías!
¡La vida simple vívala quien quiera!
Yo (entre nosotros) ya tengo bastante.
Ningún pajarito de aquí a Babilonia
aguantaría esta dieta ni un sólo día.
De qué te sirve la libertad; no es nada cómodo:
sólo quien vive en la abundancia vive a gusto.
Los aventureros con su atrevido ser
y sus ansias por llevar su piel al mercado,
los que siempre son tan libres y dicen la verdad
para que los cursis lean algo atrevido,
cuando los ves, cuando refresca por la noche,
con fría esposa en silencio van a la cama;
y, escucha, si alguien aplaude y nada entiende
y sin consuelo mira hacia el año cinco mil,
ahora sólo les pregunto: ¿es eso cómodo?
Sólo quien vive en la abundancia vive a gusto.
Yo mismo todavía me comprendería
si prefiriera verme grande y solitario,
pero vi a tales personas desde cerca
y me dije: eso tendrás que reprimírtelo.
La pobreza trae además de sabiduría también disgustos
y el valor además de la fama también amargos esfuerzos.
Hasta ahora eras pobre y estabas solo, y eras sabio y valiente,
pero desde ahora tienes que acabar con la grandeza.
Entonces por sí mismo se resuelve el problema de la suerte:
sólo quien vive en la abundancia vive a gusto.
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