lunes, 30 de enero de 2023

CARLOS CALERO

 

 

El grillo

 

 

A la hora del silencio, el grillo dice:
Nazca en mi mano su lenguaje con vino y penumbras.
Su voz se meta en el corazón de mis hijos
y me deje nostálgico, cuando el tiempo les herede
bajo los pies un barrio y mi vida.
El grillo no oculta su canto.
Lo escucho en los Beatles o los pisos musicales
que golpean los dedos de Beethoven.
Mis hijos han crecido, hasta entonces,
con dos grillos secretos en sus bolsillos y los sacan, únicamente,
para dedicarme sus pensamientos o el retrato de los recuerdos.
Cuando ellos van alejándose, de lo que estuvo en la sala y la nostalgia,
el grillo los ve grandes en la distancia y me narra cómo han pasado los años
con una ventana y los adioses que no son para siempre,
o indican el peso amoroso de esos hijos en mis hombros.
El grillo yace en la mesa blanca.
He construido una diminuta estatua de aire
para que cuando despierte, en un acetato de Pavarotti,
crea que todavía canta, canta y canta.
 
 
 

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