La
cigüeña
Al poeta Luís Milán
En
la prisión Karosta: puertas del infierno
tras la puerta de aislamiento
tras la puerta de seguridad
tras la torre de guardia
tras el faro
tras el muelle y la costa rocosa
incluso más allá del mar
tras la puerta de nuestra casa, estás tú.
Ahora soy sólo un número desnudo, arbitrario
el ausente de tus cartas.
De cierto estoy en posición incómoda.
Escucho.
Todos me burlan el poeta
y me han dado a leer aquel libro: El Bloque
no creo que sea por cortesía
ni por lo de la Pena Capital (una patraña)
sino por castigo.
Hay mucho mío en ti
lo sé porque el faro ha anidado en la cigüeña
y es la luz que ves desde tu negra costa.
Yo dormía sobre el cemento frío
pero me he hecho nido con lo insufrible y continuo
más allá de los barrotes.
Más allá de las barreras, más acá de mí
hay sólo membrana en la conmoción irreversible del parto
y salgo con mi pedazo de ombligo seco en frasco
como quien lleva su porción de tierra.
Voces hiladas de la cuerda
justo en la salida de emergencia.
Hacia el exilio.
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