domingo, 19 de mayo de 2013

ROSSY EVELIN LIMA





Rulfiano



No quiero hablar de llanos,
no existe entre nosotros
trémula voz de lugares etéreos.
Esto que piso es un Valle,
y cuando cara al sol despierte
el agrio recorrer de tu mirada
ya se habrá calmado.
Deberías de ver las mentiras que dejaste:
unos ladrillos rojos por donde van aplaudiendo
los pies de una niña que  pudo escapar a tu cuento.
Has dejado, para nuestra angustia,
y cada uno en su lugar,
los marcos de nuestras puertas falsas,
patios caídos, miradas diagonales,
la estatua de un santo que mira al cielo
cuando vamos murmurando
con la cabeza oliendo la tierra.  
Todas tus mentiras caminan de espaldas,
van creciendo tanto, de tal manera,
que ya no te ven escondido en espera de su canto.
La gente va diciendo
que todo es parte de tu mundo inventado,
ya nadie cree que padre e hijo
monten cansados para ir a otro pueblo,
o que generaciones de hombres curtidos
vivan en casitas blancas
rodeados de mugre,
y que ahí sufran y lloren.
Yo quiero vivir tu mentira más bella,
la que no danzó con la sonrisa trenzada,
la que no se abrió de brazos
cuando las nubes cargadas
anunciaron que tu sepia seria inherente;
yo en este Valle quiero vivir la mentira
de despertar en tu sueño
para compartirte otras raíces
de otros árboles,
que tienen la misma luz
que habías tejido
cuando en todo estabas mintiendo.


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