Telaraña
Aquí
yace otro revestimiento
de fineza, la silenciosa araña,
sus patas son escritura.
En
el centro de su laberinto
tiembla el aire
y las mariposas estampan su vuelo
con los esqueletos de la tarde.
Se
esparcen en la noche
las meditaciones de la araña
sobre los hilos brillantes,
cordaje sinuoso de la forma.
El
otoño cabe en esa arquitectura
tan pequeña
como un puño
semi cerrado
y tan inmensa como el relámpago
o la envoltura del bosque.
La
araña aquilatando el velo
al final de la jornada.
Es la base de la luz
en la fineza de la roca.
Vivir
así es conversar
con la elasticidad del aire
para celebrar la suspensión
del abismo y la caída.
La
araña que muere
para dejar su tejido
alcanza el milagro de la permanencia,
la pirámide hechizada
por la arena del geómetra.
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