Plaza Luis Cabrera
Desde
su antigua noche, todas las palabras
duermen:
vela solo el sopor; cocodrilo sonámbulo bajo el flujo del cobre,
su
pesadez transcurre, va nutriendo la tierra con si pulso de aceite:
frescor,
noche pulverizada en chispas diminutas.
Pero las cosas todas que aquí somos,
las
cosas y sus ecos, somos también
la
plaza: este silencio nuevo hecho de agua,
los
vestigios exhaustos de un cartel
que la
lluvia ha leído ya demasiadas veces,
la
niñez fragmentada en cuatro o cinco
especímenes
húmedos, la tubería salobre y sus follajes internos,
el sexo
como un rostro en las ventanas, la anciana que se pudre
con sus
medias de nylon desvaídas
y la
fuente,
donde
un relámpago tirado
yace.
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