Del otro lado
¿Y si
al final no estás, de estos manglares,
ni
sirena ni sílfide ni música;
ni te
deshilan áncoras ni calmas,
ni te
deslíe como a mí esta lluvia?
Farfulleras,
remiendan, las luciérnagas,
murmullo
intransitable, turbia angustia.
Indescifrable
aullido quema su ala.
Una
amarga bandada de responsos
revienta,
como balsa tumefacta.
Alguien
troncha la flor que busca, errátil,
su
narcótico dulce al otro lado
de lo
frágil, del ámbar fugitivo.
Convulsionado,
sordo, como un charco,
mi
corazón, sin voz, está vacío.
Ha
zarpado mi barco como un ebrio
de
aguaceros, como una letanía;
la
brújula inmutable, mas sin costa.
¿De
dónde volverá, desde qué orilla?
No lo
fondea nadie ni lo vuelve,
ni
cuencas ni caletas ni bahías.
Infierno
donde, estática, se agita
sin
remitente, apócrifa, la vida.
Anónimos
estigmas se me enraizan.
En
ellos huracán ni sangre aúllan.
La
guerra ha concluido con la guerra.
Mi
herida no denuncia puya alguna.
Más
allá del escampe, del Infierno,
tal vez
me sobreviva, amor, tu aliento.
Tal vez
el limo, ni raíz ni fruta.
Mas,
¿si al final no estás, de estos manglares,
ni te
deslíe como a mí esta lluvia?
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