Trampolín
Desde
la ventana del colectivo
al
llegar a la ciudad
veo
cruzando el cielo un avión.
Es
temprano
y su
contorno se mezcla
con
el blanco de la niebla.
Me
detengo a mirarlo pasar
la
ruta avanza
el
cielo también.
La
línea que deja
es
una escarcha
que
dibuja trazos
que
son rastros
en
medio de la velocidad.
La
superficie lisa
cada
vez más celeste del cielo
me
recuerda la vista
del
agua desde el trampolín.
Mi
hermana ya en la pileta
el
club casi vacío a esa hora
y yo
con el miedo
entre
el vapor y la humedad.
Estoy
en el borde
a la
espera del salto
que
no suene el silbato aún
miro
el agua, la veo tan cristalina
y
abajo
los
azulejos brillantes
y ese
calor en el cuerpo
ese
calor de la proximidad.
Detenida,
puedo ver hasta el aire
sobre
mi piel
como
lo hondo de una tormenta
que
enciende el cielo
o la
estela
del
salto de un avión.
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