jueves, 28 de mayo de 2015

ELIZABETH BISHOP


 

El descreído
Duerme en la punta de un mástil
Bunyan



Duerme en la punta de un mástil
con los ojos firmemente cerrados.
Debajo de él, cuelgan las velas
como sábanas que cayeran de su lecho
exponiendo al aire de la noche la cabeza del durmiente.

Lo transportaron allí dormido
y se ovilló, dormido,
como dorada esfera en la punta del mástil
o ascendió dentro de un pájaro dorado,
o ciegamente se instaló a horcajadas.

“Me apoyo en columnas de mármol”,
dijo una nube. “No me muevo nunca.
¿Ves allí las columnas, en el mar?”
A salvo en la introspección, se asoma
a ver las acuosas columnas de su propio reflejo.

Bajo sus alas, abría las suyas una gaviota
y observaba que el aire era “como mármol”.
“Aquí arriba”, dijo él, “me remonto
a través del cielo, porque vuelan
las alas de mármol sobre la punta de mi torre”.

Pero duerme en la punta de su mástil
con los ojos muy bien cerrados.
Indagó su sueño la gaviota,
y el sueño era: “No debo caer.
Resplandesciente a mis pies, el mar quiere que caiga.
Es duro como los diamantes: quiere destruirnos a todos”.

 

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