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Algo
que brilla
Los
sueños, en las noches más inquietas
del verano, remueven los montones
de escombros y ceniza hasta que llega
con luz de yeso el alba y los sorprende.
¿De
qué voz eres tú –ya es el momento
de llamarte así– el eco
cuando dices de pronto que me quieres
y el tiempo ya no pasa: nuestro tiempo?
Hay
veces que la vida imaginaria
abandona su limbo y se hace carne,
igual que si el recuerdo de un deseo
resurgiera, como un cuerpo flotando.
Entre
los vertederos, un instante
mezclados con el tiempo desahuciado,
de pronto resplandecen los amores
primeros, y dan ganas de llorar.
Porque
en la historia triste, de secreta
intimidad, el día siempre vuelve
–con luz de yeso– pero las memorias
con luz de luna lo oscurecerán.
De:
“Los verdaderos domingos de mi vida”
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