Escrito a la intemperie
Papá,
ayer al dormir
olvidaste
cerrar los ojos,
quizás
por eso se nos ha hecho
tan
larga esta noche,
fija
en tu mirada
como
si poco a poco
se
alejara del amanecer.
Toda
la noche hemos soñado con despertar
para
hablarte y contarte las buenas nuevas:
<<
Un geranio rojo sorprendió temprano
nuestro
jardín, mañana —dicen las noticias—
ha
de escampar antes de que baje el sol
y
estrenarán en todas las salas de cine
una
misma película muda>>.
Papá,
anoche olvidaste apagar la luz
dejando
la puerta de la calle entreabierta,
libre
de pestillos,
como
para que entrara la noche
y se
recostara junto a ti.
Oye,
¿me escuchas?
¿por
qué no me cuentas algo de tu sueño?
tú
sabes, bajito, sin levantar mucho la voz
como
si me hablaras con la pura mirada
para
que los demás no despierten.
Recuerdo
que siempre dices que con ella basta
Porque
tú y yo nos entendemos.
Papá,
¿sabes una cosa?…
Mejor
es que sigamos durmiendo.
Ya
mañana, con calma, hablaremos.
De: “Al margen de las hojas”
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