Un cuento
Amanece
y estás ahí
bajo
la luz del crepúsculo
entre
sábanas blancas.
¡Que
sentimientos escondidos
laten
en mis sentidos!
Mi
ojos se cierran
para
no ver tus mentiras,
entre
los pliegues
de
las sábanas.
Mi
boca se corre
entre
el dolor y
la
desesperación,
carmín
rojo, de sangre,
y
sigues así, durmiendo,
ajeno
a los terremotos
de
mis manos.
Y
rezo, pido, ruego
que
solo sea el sueño
de
aquella muchacha
del
cuento jamás contado.
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