José Dolores Naranjo
El
domingo por la tarde,
Llegando a “Pueblo Tapado”,
¡Cayó¡ bajo una descarga, José Dolores Naranjo;
Un campesino sencillo,
Sencillo como su campo,
De esos que cantan y siembran
y que rezan el rosario
Y que a ninguno le hacen mal
porque detestan el daño.
Cayó
en mitad del camino,
Cayó así, descoyuntado,
Treinta perdigones crueles
le rompieron el costado;
No pudo cerrar los ojos,
Los dejo así, dilatados,
Como mirando adelante,
Como mirando hacia el alto
En donde estaba su amor
esperándole en el rancho
Cercado de enredaderas,
y de rosas y geranios,
Todo eso que él cultivó
con el fervor de sus manos.
Al
hacerse la descarga
En comienzos del ocaso,
Los turpiales sorprendidos
al momento se callaron,
Cuando pudieron saber
que los hombres son tan malos.
La
autoridad llego presto,
Llegó a cumplir su mandato,
Como lo quiere la patria
y el señor lo está ordenando;
Requisaron el cadáver,
Ni tarjetas, ni retratos;
Solo pendiente del cuello,
-ícono muy adorado-
Tenía en ruinas la reliquia
De un ligero escapulario,
En donde la Virgen Madre
Abría con amor los brazos.
Yo
estoy recordando ahora
Ese momento nefando;
El camino tan abierto
Que lleva a “Pueblo tapado”,
Los turpiales en silencio
Frente al crimen consumado,
Y los ojos que tenía
José Dolores Naranjo.,
Unos ojos de ceniza
Amargamente quebrados,
Que después del sacrificio
En ese término aciago,
Se quedaron muy abiertos
Como mirando hacia el alto,
Donde una mujer cordial
Y cuatro hijos de su canto
Le esperaban anhelosos
En la placidez del rancho.
Ah,
vida ciega la vida,
Ah de los hambres del campo,
Que trabajan y que siembran
Y que rezan el rosario,
Para morirse después
En un criminoso asalto
Como ese que conoció
José Dolores Naranjo.
Ah,
caminos de mi tierra,
Caminos hoy sin amparo,
Caminos ayer tan buenos
Pero ahora tan amargos,
Caminos que yo viví
Y por los que estoy llorando,
En donde tantos caerán
Al empezar el acaso,
Como cayó sin saberlo
José dolores Naranjo.
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