Las cosas eternas
Y la
muerte descenderá un día veintisiete
de un septiembre del segundo milenio
cuando la gran luz ya se haya apagado
a mis cansados ojos
Estaré tranquilo
como una ave viajera
a ignotas regiones del porvenir
Un silencio sellará mis labios
Estaré solo recostado sobre mi lecho
En mi viaje
al mundo del silencio
Se abrirán las puertas
Descenderé en un instante
al eterno sepulcro
como una rosa resplandeciente
Me absorberán los vientos
de todos los horizontes
y vendrá a mí el silencio del espacio
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