No
sé por dónde se va al Camino
no
sé cuál es la Rosa y no las rosas
no
sé qué dicen los reflejos de la luna
en
una noche de verano
cuando
no hay canto de pájaros.
No
sé adónde van los lirios de madrugada
los
que nacieron alrededor del agua que
sirven
para adornar los rincones tristes de la vida .
Las
alondras me dicen que no nací
que
sólo fui una muerta
pues
no interpreto su canto.
Pero
su canto no es el del Génesis
el
que resuena en las praderas sagradas.
Ese
es el verdadero
y se
oye al filo de la madrugada
en
los nidos de azucenas debajo del altar
y en
la cúpula de las catedrales
cuando
estalla la luz entera sin reflejos.
Y es
que vivir es una incertidumbre
deseosa
del Conocimiento.
Por
eso los lagartos de los páramos
piensan
y piensan
allá
tumbados entre los troncos de los olivos
seculares
y añosos
pues
el camino se divide una y mil veces mil.
¿Hacia
dónde ir?
Las
notas de Vivaldi me marcan un sendero
pero
deben estar equivocadas
porque
el Único ya marcó mi tragedia.
Y al
final de los años
si
sigo así
solo
me espera una larga interjección
y la
amnesia anterior a las palabras.
De:
“Voz de niebla”
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