viernes, 7 de octubre de 2022

ÁLVARO TATO

 

  

Clase

 


Mi maestro puntual cada mañana

llega en silencio hasta la misma esquina:

la baldosa dorada que ilumina

el rayo que atraviesa la ventana.

 

No se apura ni espera, no se afana

ni aspira a nada más; solo camina

hacia la lenta luz de su rutina

con sigilosa calma cotidiana.

 

Tumbado al sol sobre el suelo caliente

se lame la entrepierna con destreza,

se despereza demoradamente,

 

apoya entre sus patas la cabeza

y desde el centro exacto del presente

contempla a su discípulo y bosteza.

 

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