sábado, 1 de octubre de 2022

CHŪYA NAKAHARA

 

  

Un cuento de hadas

 

 

Una noche otoñal, allá a lo lejos,

había un río seco y lleno de guijarros,

y había también un sol

que brillaba y brillaba.

 

Más que un sol era una especie de sílex,

una especie de polvo de un ser extremo,

qué brillante era ver cómo brillaba

mientras emitía un sonido leve.

 

Hete que en ese instante se posó una mariposa sobre un guijarro

despidiendo una sombra

tenue y, al mismo tiempo, clara.

 

Al poco rato, la mariposa dejó de verse y descubrí que el lecho,

que no arrastraba nada, había empezado, no sé cuándo,

a arrastrar una corriente de agua que brillaba y brillaba.

  

De: “Abrazado a las estrellas”

 

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