Rendijas
veo
a mi niña
está en la cuna con su rabia horizontal
no puede asir la luz serena de esta tarde
de
sus ojos salen musgos resecos
acentuados por el olor de su sombra
quiere jugar a ser estrella
quiere buscar a su luna
pero el cielo está lejos
y las tardes no perdonan la piel suave
duerme
y escucha
murmullos de guerras que se tejen
en lo oscuro de una noche que se vuelve interminable
no cabe mas rabia en ese cuerpo pequeño
que dejó de ser agua
una
luz se cuela por una rendija
colmada de hilos no puede moverse
se pregunta mil veces si este rayo de sol
vendrá a salvarla
salvar esos ojos que no quieren mirar
un mundo de rostros derretidos y manos disecadas
que no rozan ni se alcanzan
ella
peina su cabello lleno de noche
su piel es de arena frágil
las tardes nunca le han regalado girasoles
no tiene voz sólo hebras grises y azules salen de su boca
aleja su mirada sus labios y sus manos
que nadie se acerque a este húmedo lugar
veo
a mi niña y el universo se hace una gota
habitada de dragones y selvas encendidas
ella insiste en las preguntas de su tiempo
no sabe si permanecer inmóvil
o desdibujarse.
De:
“Infancia, amor mío”
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