I
Hay
un hilo de luz que traza máquinas celestes.
–Arriba al aire y para siempre.–
Es la voz
larga y honda del que pinta.
Traza un muro, luego otro.
Ordena las partículas que ve en repisas,
cajones,
el filo de la cama donde sueña.
Los
sueños para él son terrestres
–los contempla–,
manos desaforadas en esquirlas,
rocas pulidas en las ventanas
para los ojos de los niños.
De:
“Teoría de las niñas”
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