El
trayecto es fulminante,
pronostica
no se sabe cuánto asombro,
deja
un costurón a la vista —
en
un taxi, muriendo la tarde,
atravieso
un paisaje reconocible,
olivos
mochos,
ropa
tendida en las solanas,
tintineo
de cucharillas en los cafés,
chirriar
de llantas, luces amarillas,
desata
la palabra viento,
las
piedras son blancas.
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