Cuando
en horas terribles ya parece
Cuando
en horas terribles ya parece
Que el corazón al sino se someta;
Cuando, por cruel dolencia atenazado,
Hinca el terror en mi alma su saeta;
Cuando pienso en mi dulce bienamada,
De pena y de mortal angustia presa,
Y se nublan mis ojos, y ni un rayo
De esperanza las nubes atraviesan,
Oh,
entonces siento yo que Dios se inclina
Hacia mí y que su amor está cerca
De un más allá yo siento un santo anhelo
Y avanza mi ángel hacia mí su mano.
Me trae el cáliz de la vida virgen,
Me susurra buen ánimo y consuelo,
Y, por mi dulce y triste bienamada,
No en balde elevo mi plegaria al cielo.
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