En el centro no
En
el centro no, de las ingles diagonales.
Allí,
la desmesura donde habita tu sexo,
en
la sombra estremecida por la claridad del agua.
Habla
el cuerpo con vocablos de lluvia repetida,
inclinado
frágilmente a la izquierda de sus deltas.
Habla
el cuerpo, bellísimo, que nadie más sorprende.
Ciego
y torpe voy a la caza de la fiera,
a la
ingesta salobre de tu flora de prodigios.
En
el centro no, de los pechos macerados,
allí,
en la ternura de tu mirada equina,
cuando
niña te columpias en la levedad del prado.
En
el odio no. Tampoco en el amor.
Allí
moran la gracia y promesa de tu niebla.
Repto
en la desmesura, naufrago en el ardor.
Un
torrente de certeza que niega tus esquemas.
Un
sabido desgaste en la tela de tus jeans.
En
el centro no. En la periferia es todo. Es nada.
Todavía.
Más allá de las ingles diagonales. No.
De: “Torrente sanguíneo”
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