Tu piel en la memoria
La
sombra se disuelve en tu recuerdo
eres
un vendaval sin nombre
desde
el instante en que el adiós
desgaja
sin misericordia el horizonte.
Los
colores se diluyen en mis manos
el
tiempo sabe de ausencias y demoras
hasta
que el sol abriga sinsabores
y el
cielo perfila mosaicos de lluvias y promesas.
No
tu adiós me da el contorno del futuro
sino
el preciso sabor de tus instantes
que
se tornan augurios cuando el aire funde
los
tonos de la vida y de la historia.
Nada
hay detrás de ti sino tu esencia
el
dulce néctar de tu lozanía
una
cierta palidez del tiempo que se pierde
y el
gozo de vivir un silabario nuevo sin pecado.
Cuando
te has ido, sólo me queda la memoria,
repaso
entonces tu desnuda piel que añoro
o me
adentro en los espacios que toco sin mirarte
y
que son sueños de tesoros sin destino.
Me
gusta que hagas falta
porque
es la indubitable certeza
de
que habré de encontrarte de nuevo
en
cualquier lugar del mundo.
Estarás
ausente, con tu piel sedienta,
tus
labios de ansia y tu sonrisa de colores
deshaciendo
las cuentas de los calendarios
y
construyendo tu asombro sin demora.
Yo
aguardaré tu arribo sin programa
cualquier
día y a cualquier hora,
sin
precisar lugar, vestido, ni sábanas de abrigo;
sólo
el gozo de una sorpresa que se anuncia.
Un
día aparecerás entre la niebla,
al
despuntar el alba en media madrugada
o
cuando el último viento de la tarde sople
y
sin palabras sabré que marcarás la historia.
De: “Tu piel en la memoria”
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