El Alexander
―Mañana
le voy a quitarle el niño― últimas palabras del
hijo
pastabasero a su madre (i. Los pastabaseros se vuelven locos,
me
ha levantado las manos dos veces ya ii. Hace pipas delante mío
para
provocarme iii. Tira en pelotas en el patio iv. Quiso quemar mi casa).
Al
crespito centro de la discusión le brillan los ojos,
en
ellos repite la hiedra de afuera. Imagínatelo en los cerros,
cómo
reflejaría las luces naranjas de la noche:
indistinguibles
las casas de las calles de los autos
su
anemia de su quiste de su sífilis.
Con
fruición toma mamadera
mira
los pechos de quien vive con él, su aparente tía (informa
sobre
ella el Servicio Nacional de Menores, SENAME:
fuerte
sentimiento de abandono y soledad / con relaciones instrumentales, no
desarrolla
vínculos profundos / exacerba sentimientos de tristeza).
Igual
la tía tiene apoyo, no así la abuela (la de las cuatro citas sobre
pastabaseros)
que
mira a la ventana cada tarde
alerta
para que su hijo no se aparezca.
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