Sinceramiento
Y callarse
sería lo más sabio.
Aunque
parecería poco humano.
Porque
hay que parecer humano.
Hay
que jugar por estas casillas sin luz
que
tanto, y mal, nos mueven hacia las palabras.
Porque
hay que ser humano,
o al
menos padecer que somos,
que
hasta en el torpe abismo de la voz
brotan
algunos tallos de verdad.
Aunque
sea la verdad simple
de
ser y equivocarse.
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