El
espacio que separa la vida de la muerte
Para Pedro de Oraá
He
observado la tarde.
Como
naranja de luz rodaba hacia el borde de las
tinieblas,
y
yo, inclinado sobre mi ventana
viendo
la brisa que comenzaba a ennegrecerse
la
comparaba con mi propia vida:
era
un reflejo de mi casa y de mi esposa, en silencio a
mi lado.
Un
toque de magia lo trastornaba todo
las
sillas, el búcaro sin flores, el polvo sobre
la cómoda;
todo
se balanceaba como un péndulo que recorre
el
espacio que separa la vida de la muerte.
Noviembre de 1986
De: “Esta
aventura de vivir”
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