Serenata
Con
la voz de otro tiempo, con la antigua voz pura
de las viejas jornadas sin dolor ni amargura,
vengo a darle al silencio, cerca de tu ventana,
una serenata insegura
que te recuerde otra lejana.
En
pugna con la suerte, vencedor del destino,
mil veces extraviado, recobré mi camino;
y hoy vuelvo a hacerte ofrenda de mis canciones tristes,
vaso de muerte, negro vino,
aun cuando sé que ya no existes.
A la
voz conocida tú acudirás, quién sabe
más amante que nunca y más bella y más grave,
y exhalará mi pecho, por sobre del olvido,
una armonía sobria y suave
que solamente oirá tu oído.
Pondrás
tu mano blanca entre mi mano bruna
mientras cante mi boca la canción oportuna,
y si alguien cruza entonces el sendero sombrío,
verá sólo un rayo de Luna
y sentirá un poco de frío…
No hay comentarios:
Publicar un comentario