[Déjenlo ahora quieto por el camino]
Déjenlo
ahora quieto por el camino
descansar.
Sé
qué es lo que le aferra a la ceniza
y le
hace esconder en la cal de los albañiles:
es
el horror del tiempo.
Lo
escuché golpeando en su pecho
hace
apenas un minuto;
parpadearon
sus ojos humanos,
se
irguió con la violencia de una bestia asesina
y
como una cosa sobrepasada por el ruido
se
dejó caer hacia la tierra.
Déjenlo,
porque sólo el descanso puede curar-
si
hay cura-
a
este tonto sobre el mar.
Él
es de los que se arrimaron al gran portal
y
escuchó -pobre jovenzuelo-
lo
que ahí se decía.
Versión de Sergio Eduardo Cruz
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