Ausencia
El
reflejo nos marchita,
es
lo que somos
lo
que deberíamos amar
pero,
¿quién sabe hacerlo?
Yo
no quiero ni mirar
cuando
rompen las olas
con
fuerza en mis piernas.
Nos
enseñan la doctrina,
uniformidad
de las ánimas,
a
ser soldados del silencio,
del
exceso de dolor.
Ella
lo intentó.
Él
ganó.
Lo
siento.
Siento
que me vieras crecer
y
sufrieras más que yo los bombardeos.
Yo
me inmolaba por un poco de atención.
Me
gusta pensar que es pasado, pero no.
El
error es verme con tus ojos,
porque
los cerrabas con frecuencia
y yo
gritaba y gritaba
y tú
haciendo oídos sordos.
Entre
cien voces no distinguías la mía.
Ni
siquiera en el silencio.
Soy
gracias a ti,
o
por tu culpa.
Dejo
que me lances al aire una y otra vez
sin
saber si me recogerán tus brazos.
No
se me rompen los huesos
pero
sí la fuerza, la seguridad
y el
instinto de supervivencia.
Vivir
contigo y con tu ausencia
es
caminar por un campo minado
con
la certeza de que el suelo explotará.
De:
“Oasis”
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