Estoy
dormida en un lugar siniestro
pues
no sé
dónde
se guardan la Luz
ni
los valles que florecen en invierno.
Todo
está congelado en la noche del tiempo.
Ni
siquiera sé nada del lenguaje de las notas
ni
en qué lugar se pone el escenario de la imaginación
que
te sirve de muleta
para
conllevar las mañanas sin auroras.
He
perdido el rumbo de los días.
Respeten
mi silencio vacío
pues
la madeja de los siglos
se
enrolló entre los escombros del anochecer.
Nadie
me culpe de esta incertidumbre.
Quizá
pueda estar muerta
pues
se negó el amor a mi cuerpo
y la
sabiduría a las palabras
que
se vuelven mariposas
con
alas de papel
en
criptogramas
de
oscuros manuscritos.
Nunca
oí que tuvieran voz
por
eso yo sigo en el hechizo
buscando
dónde está escrito mi nombre
para
existir aunque sea en catálogo de plástico.
De:
“Voz de niebla”
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