Hay
días en que mis poemas salen
arrugados
tienen
la cara ajada
y no
levantan del suelo
ni
unos centímetros.
A
veces mis poemas nacen muertos
sin
brillo
ni
nada que los limpie.
Yo
los plancho y acicalo
para
que vayan lejos
y me
cuenten historias de lo que existe
al
otro Lado del secarral de la mente.
Pero
mis poemas
esconden
la cicatriz de la incertidumbre
en
una palabra: Poesía.
Son
poemas espigas
azotados
por todos los huracanes
de
meses invernales.
Poemas
paliduchos
que
se esconden en las cunetas de la vida.
¿Para
que entonces nacen
si se
arrastran como ratas
por
los agujeros y la penumbra?
Para
eso mejor mi gato
que
le nacen tréboles en los ojos
cuando
ve pájaros verticales
errando
por el santuario del espacio.
De:
“Voz de niebla”
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