Adios
a la maestra
Obrera
sublime,
bendita
señora:
la
tarde ha llegado
también
para vos.
¡La
tarde, que dice:
descanso!…la
hora
de
dar a los niños
el
último adiós.
Mas
no desespere
la
santa maestra:
no
todo en el mundo
del
todo se va;
usted
será siempre
la
brújula nuestra,
¡la
sola querida
segunda
mamá!
Pasando
los meses,
pasando
los años,
seremos
adultos,
geniales
tal vez…
¡mas
nunca los hechos
más
grandes o extraños
desfloran
del todo
la
eterna niñez!
En
medio a los rostros
que
amante conserva
la
noble, la pura
memoria
filial,
cual
una solemne
visión
de Minerva,
su
imagen, señora,
tendrá
su sitial.
Y
allí donde quiera
la
ley del ambiente
nimbar
nuestras vidas,
clavar
nuestra cruz,
la
escuela ha de alzarse
fantásticamente,
cual
una suntuosa
gran
torre de luz.
¡No
gima, no llore
la
santa maestra:
no
todo en el mundo
del
todo se va;
usted
será siempre
la
brújula nuestra,
¡la
sola querida
segunda
mamá!
Nota:
Almafuerte seudónimo de Pedro Bonifacio Palacios
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