jueves, 20 de octubre de 2022

VALERY LARBAUD

 

  

Noche en el puerto

 

 

El rostro vaporizado en Portugal
(¡Oh, vivir en este olor de naranja en niebla fresca!).
De rodillas en el diván de la cabina oscura
– Giré los botones de las ramas eléctricas –
A través de la ventana redonda y clara, recortando la noche,
Espío la ciudad.
Es eso; es eso. Reconozco
La avenida de los casinos y los cafés deslumbrantes,
Con la perspectiva de sus globos de luz, blancos
A través de las cortinas colgantes de las palmeras oscuras.
He aquí las fachadas iluminadas de los hoteles inmensos,
Los restoranes irradiando en las aceras, bajo las arcadas,
Y las rejas doradas de los jardines de la Residencia.
Conozco todavía todos los rincones de esta ciudad africana:
He aquí el servicio postal y la estación del sur, y sé también
El camino que tomaré para ir del embarcadero
A tal o cual tienda, hotel o teatro;
Y todo eso está al final de esta ondulación azul de agua calma
Donde vacilan los reflejos de los fuegos del yate…
Algunos meses soleados de mi vida aún están allí
(Tal como el recuerdo me los representaba, en Londres),
Están allí de nuevo, y reales, ante mí,
Como una gran caja llena de juguetes sobre el lecho de un niño enfermo…
Volveré a ver también las gentes que he conocido
Sin amarlas, y que son para mí mucho menos
Que las palmeras y las fuentes de la ciudad.
Estas gentes que no viajan, pero que quedan
Cerca de sus excrementos sin jamás aburrirse,
Volveré a ver sus cabezas un tiempo olvidadas, y ellos
Que continúan con su vida estrecha, sus ideas y sus asuntos
Como si no hubieran vivido desde mi partida…
No, yo no iré a tierra, y mañana
Al amanecer la “Jaba” levantará el ancla.
Mientras tanto pasaré esta noche con mi pasado,
Cerca de mi pasado visto por un hoyo
Como en los dioramas de las ferias.

 

 

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