lunes, 5 de mayo de 2025

CHARLOTTE VAN DEN BROECK.

 

 


Camaleón (I)

 

 

La habitación coge fiebre y la noche es la manta de retales. Primero el reclamo después los temblores, así aguardamos las espaldas vueltas el uno hacia el otro.
Dos arcos tensados.

Yo podría, sí, aplastar tu espina dorsal
como plástico de burbujas.
Probablemente acabemos por perder toda sustancia aquello que en las cosas cambiantes es permanente pero todo cambia y nada

sigue igual a sí mismo, también nosotros
nos volvemos distintos, más lentos
nos salen escamas en las paletillas.
Enroscamos cada uno la lengua, llenamos la boca
de un disoluto callar. En el terrario la camaleona arde en silencio. Va tomando el color de unas mejillas después de copular

de hombres que en vacaciones solo escriben postales a su bar habitual. Un rojo tal que hace que cualquier tonalidad parezca pudor.

 

De: “Camaleón”

 

 

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