Surfing
La Manga
me hablas del dolor
tu cabello es rubio
a qué dolor te
refieres
J. F. Kosta
Entre
las ramas de los ficus
y
una señal de tráfico,
entre
un anuncio de telefonía
y
algunos edificios
en
construcción, se alcanza a ver
allá
a lo lejos
una
franja de mar.
Me
hablas de la sed,
de
lo que amas.
Para
llegar al agua,
has
de cruzar isletas de cemento,
líneas
amarillas
y
algunos callejones
donde
hacen hilera los cubos de basura,
los
cactus desahuciados
y
algunas tiendas de comida rápida.
Por
la Gran Vía de La Manga, nadie.
Solo
el silencio
dinamitado
por
las motos de los repartidores.
En
el vacío se equilibran
los
hoteles desiertos,
apenas
una luz
en
un bloque de veinte alturas.
Un
cartel nos invita a clases de alemán:
Die
Zukunft ist da!
Los
periódicos dicen que a la playa
llegan
miles de peces a morir
heridos
de fosfatos.
Me
hablas de Anne Sexton,
de
su locura deliciosa.
De
fondo, un rumor.
El
cartel de Surfing La Manga
se
resiste a ceder la luz
que
le queda del último verano.
Se
alquilan motos de agua,
tablas
de surf, tumbonas,
pero
no todavía:
ahora
todo está cerrado.
Al
fin el mar,
tras
la alambrada de un desguace,
como
un animal gris
que
se abraza a su presa justo antes de engullirla.
De: “El gran amor”
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