Funeral
de Matsudono Ichi
Una
nube de incienso remontaba
sobre el cielo del templo de Takao
mientras incineraban a mi madre.
Cuando
apenas contaba cuatro años,
me mostró los acordes del poema
en las hojas del chopo, en el jazmín
y en la niebla que acude a los caminos.
Dije
tu nombre, madre, lentamente
-su eco abrazó las luces de la tarde
dejándose acunar por el durazno-,
a la vez que esparcía tus cenizas
por la luz del crepúsculo y del aire.
Tu
soledad fue alondra y flor de brezo.
De:
“A solas con la luna”
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