Se
quedó allí
I.
Se
quedó allí, acorazado en su nicho de piedra como un Moisés al abrigo de la mano
del creador. Se fue cubriendo de papeles cenizos, de arrancadas hojas al azar
del libro de los días, absorbiéndose la piel –papel de calca–, la fiebre
legible del silencio, la rítmica transpiración del pulso en saladas libaciones
de alquitrán.
Se volvió a mirar. Selló su boca con una frase:
no se puede forzar la llegada de aquello
que siendo
será
II.
¿Será que a ellos que han logrado en su opacidad un grado extraño de
transparencia, los asalta de frente
sin filtros ni reservas
la desnuda y mortal
Ausencia
de Rostro?
III
Esa
mirada que nos alcanza
antes siquiera de que lleguemos a mirarla.
IV
Se
quedó allí,
porque podía
porque al más absorbente entumecimiento
sobrevive un hormigueo.
De:
“Donde no hubo sutura”
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